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miércoles, 20 de abril de 2011

Apuntes sobre el conocimiento funcional del cerebro IV

La política del instinto: el temor y la amigdala

Se ha hablado de los peligros sociales de la neuropolítica, y de la comprensión, asociada a ello, de cómo el cerebro humano organiza sus orientaciones políticas y religiosas. Algunos críticos plantean que ésto podría conducir al control sobre las actitudes políticas y religiosas de grandes segmentos de la población.
Parece que es un poco tarde para eso.
En todas las especies gregarias han evolucionado metodologías efectivas de comunicación que manipulan los estados emocionales y el comportamiento de sus congéneres. Estas metodologías focalizan principalmente en la transmisión de seis clases de información: temor y pelea/fuga; las fuentes de alimentos; territorio y posesiones; dominación y sumisión; depredación/agresión; y el apareamiento. De estas seis, el temor y pelea/fuga, típicamente induce la mayoría de las respuestas fisiológicas y conductales.
El precedente evolucionario de la comunicación de temor/pelea/fuga ha sido mantenido, y de manera espectacular, en la conducta política humana, entrelazándose con la evolución lingüística del cerebro, y, en particular en el hemisferio izquierdo.
La descripción de la interpretación del temor en el cerebro, debe comenzar en una estructura neural evolucionariamente muy antigua, que se conoce con el nombre de amigdala o complejo amigdalino. Una de las mayores funciones de la amigdala es una especie de sistema de alarma rápida ante potenciales amenazas, y luego la extensión de ésta función para facilitar el aprendizaje, dándonos una mejor retención de memoria, cuando estos eventos se presentan bajo fuertes estados emocionales.
La amigdala es una de las regiones de mayor integración con el resto del cerebro, y su función es central para la supervivencia del organismo. Esto es evidente por su anatomía, ya que resulta el núcleo central del cerebro con mayor cantidad e neuropéptidos. La importancia de ésto es que los neuropéptidos tienen un impacto mas prolongado en las funciones del sistema nervioso central, especialmente si comparamos con los neurotransmisores comunes. O sea, la amigdala no solo puede disparar estados emocionales rápidamente, sino que puede modularlos por largos períodos de tiempo, especialmente en ausencia de estímulos inhibitorios desde la corteza prefrontal.
Verdaderamente es curioso que se interprete como una función cerebral elevada, que la amigdala sea una región políticamente "caliente". Uno de los aspectos mas interesantes del procesamiento funcional de la amigdala, involucra su grado de respuesta al blanco de los ojos. La amigdala es sensible al tamaño del campo escleral, con la particularidad de que esta activación al detectar un incremento en el área blanca de los ojos ocurre aún cuando no somos conscientes de ese estímulo visual.
En resumen, la amigdala tiene un lenguaje propio, sobre todo independiente de los procesos mentales conscientes, y frecuentemente en desacuerdo con las otras regiones mas recientemente evolucionadas del cerebro. La amigdala puede responder rápidamente a muy limitada información, y es importante en la respuesta de sobresalto. Su actividad es también crucial en adecuar las respuestas a imágenes socialmente amenazantes y esto podría estar conectado con predisposiciones políticas. Dado que las actitudes políticas y sociales son heredables y que la actividad de la amigdala también se relaciona con la genética, variaciones genéticas conexas con la actividad de la amigdala podrían afectar ambas, las respuestas fisiológicas a las amenazas y las actitudes políticas producidas en función de las amenazas al orden social. (J. Hibbing, D. Oxley, K. Smith, J. Alford, V. Hibbing, J. Miller, M. Scalora, P. Hatemi (2008) Political Attitudes Vary with Physiological Traits. Science. Vol 321. September 2008. )
Hay evidencia que la amigdala tiene una pesada carga en actitudes raciales, que se correlacionan demasiado con actitudes políticas. Se observo una elevación en la actividad amigdalar en respuesta a la visión de rostros negros y blancos por parte de personas de la raza opuesta. Esta respuesta se muestra persistente durante repetidas visualizaciones de caras de razas opuestas (o sea no hay acostumbramiento), un resultado interesante en virtud de la fuerte persistencia de las actitudes racistas. Adicionando argumentos hacia el vínculo de la amigdala con actitudes racistas, se ha demostrado que la identificación de la raza ocurre mas rápidamente que la identificación de los rasgos faciales individuales.
No obstante, las tendencias racistas de la amigdala parecen tener un control. Se ha identificado que áreas de la corteza cerebral prefrontal en el hemisferio derecho actuarían inhibiendo la activación elevada de la amigdala en respuesta a la raza. Esto sugeriría una explicación a los mas altos niveles de prejuicio racial en los conservadores sobre los liberales, y apuntalaría la discusión sobre uno de los conflictos políticamente mas relevantes en el cerebro: entre la amigdala y la corteza prefrontal.
Una de las razones mas importantes que sostiene la hipótesis del cerebro izquierdo conservador y el derecho liberal, se explicaría por la asimetría en el funcionamiento de las amígdalas. En particular, la izquierda está mas especializada en el procesamiento del miedo que la derecha. Esta última muestra reactividad ante caras felices, cambio de posición de los ojos, y caras temerosas, sin mostrar preferencias significativas en reaccionar ante estas diferentes condiciones. O sea la detección de temor o felicidad generan similar respuesta en la amigdala derecha. En cambio la izquierda solo responde a la detección de caras temerosas. Mientras que la amigdala derecha reacciona mas rápidamente a un amplio espectro de estímulos y esta reacción se atenúa rápidamente, la izquierda mantiene prolongadamente la atención en estímulos amenazantes.
Un detalle interesante es que, junto con su diferenciación funcional, hay también una asimetría en la predominancia de neurotransmisores y por ende receptores entre ambas amigdalas, de forma tal que la izquierda tiene mayor presencia de dopamina y la derecha de noradrenalina y serotonina. Esto nos lleva a que la amigdala izquierda estaría mas asociada la sistema mesolímbico dopaminérgico.
Existe un trastorno mental denominado esquizofrenia paranoide en el que la hiperreligiosidad es uno de sus síntomas, esto se ha relacionado con una hiperfunción del sistema mesolímbico dopaminérgico asociado con una disminución en la actividad de la amigdala derecha. Esto, en virtud de la cercana relación entre conservadorismo político y hiperreligiosidad, sugiere un sustrato neuronal común entre ambos (A. Pinkham, J. Hopfinger, K. Pelphrey, J. Piven, and D. Penn (2008) Neural bases for impaired social cognition in schizophrenia and autism spectrum disorders. Schizophrenia Research. 2008 Feb;99(1-3):164-75. )
Los conservadores políticos se demuestran mas recelosos de los grupos externos que los liberales, lo que sospechamos se debe a la actividad de su amígdala izquierda. Además, los conservadores parecen ser mas reactivos a la comunicación verbal de mensajes de temor. Es interesante que la amigdala del hemisferio cerebral izquierdo es altamente reactiva a los mensajes de temor recibidos vía de la comunicación verbal, mientras que la amigdala derecha parece neutralizar esta tendencia (M. Gazzaniga ed. (2004) The Cognitive Neurosciences, MIT Press. Page 1006.).
Es además llamativo que los conservadores tienen una alta propensión a "consumir" programas de los medios de comunicación con alto contenido político, en relación con los liberales, y, el alto nivel de amenaza asociado con el contenido de esos programas incrementa la liberación de dopamina, particularmente en el sistema mesolímbico.
Ya dijimos antes, que la historia de la amigdala humana es también la historia de como la evolución neuronal integró el crecimiento rápido de la corteza prefrontal, con la filogenéticamente antigua y reguladora crítica de nuestras conductas, amigdala. La interacción es mutua, esto es, hay proyecciones de la amigdala en todas las áreas de la corteza prefrontal y viceversa. En situaciones de gran peligro, la amigdala puede interferir el funcionamiento de la corteza prefrontal, mediante la facilitación de la liberación de una hormona (ACTH). Este deterioro  de la actividad prefrontal fue demostrado en personas blancas con elevados niveles de prejuicio racial. Según parece, tanto más racista uno es, mas cognitivamente perturbado estará en la presencia de otras razas (J. Richeson, A. Baird, H. Gordon, T. Heatherton, C. Wyland, S. Trawalter, J. Shelton (2003) An fMRI investigation of the impact of interracial contact on executive function. Nature Neuroscience. Nov 2003.).
El dibujo neurológico de la corteza prefrontal está íntimamente ligado al sistema de recompensas, particularmente en la evaluación de la importancia y selección de diferentes grados de recompensa. Por lo que parece, su especialidad es por la recompensa y no por resolver diferencias entre distintos grados de castigo o la diferencia entre recompensa y castigo. La corteza prefrontal ventro medial y la amigdala que se hallan implicados en mantener niveles de recompensa relacionados con distintos tipos de alimentos y drogas, son parte de la red neuronal del cerebro para la generación de estados emotivos. Estos estados emotivos compiten con las áreas cerebrales que promueven estados cognitivos, como la corteza prefrontal dorsolateral derecha, lo que puede llevar a conflicto de intereses con la optimización del interés propio. Se ha demostrado que la corteza prefrontal ventro medial junto con la corteza temporal izquierdas, prefieren respuestas sesgadas por sobre el razonamiento puramente deductivo.
Así, la amigdala es una de las principales áreas del cerebro que promueven el interés propio, y como se vio, puede interferir fuertemente en la actividad prefrontal cognitiva que promueve el interés colectivo. Esto es particularmente visible en la actividad de la amigdala izquierda y su impacto en las preferencias político-religiosas, donde a menudo conduce a incongruencias entre creencias y actitudes. Es ésto visible en personas que reciben asistencia estatal y beneficios de los sistemas de salud públicos, que protestan del socialismo y de los planes de salud del gobierno. La amigdala izquierda junto con la corteza prefrontal ventromedial izquierda, son los dos mas prominentes contribuyentes de la hipocresía en los humanos.
Hay mas de 250 estudios que han encontrado que las actitudes conservadoras son promovidas por pensamientos de muerte. Esto, se propone, es el resultado directo de la activación de la amigdala izquierda, inducida por la contemplación de la muerte.
Dice Charles Brack: "... la reacción apocalíptica de muchos conservadores contra la presidencia de Obama tiene rastros de la amigdala izquierda escritos por todas partes. La respuesta amigdalar a las caras raciales opuestas, es el disparador del temor que muchos conservadores tienen por Obama. Las amenazas que comunican los conservadores son típicamente muy simples, consisten en evitar la activación de las áreas de procesamiento cognitivo mas elevado en el área cortical prefrontal, en favor de activar las zonas ventrales de la misma corteza, y las temporales, en base a frases simples de una o dos palabras, como pena de muerte, socialismo, comunismo, Hitler, Stalin, etc. Estas son además, palabras que han sido grabadas como amenazantes en nuestro cerebro, en épocas tempranas de la vida. Glenn Beck (un conductor famoso de radio y televisión en USA) se ha vuelto extremadamente eficaz en comunicar amenazas a los conservadores, mediante pizarras de escuela, análisis de palabras, y símbolos amenazantes. No hay dudas que él está cargando el sistema mesolímbico de dopamina entre sus muchos devotos fans, lo que funciona para incrementar el nivel de adhesión a él (por un mecanismo cerebral de vinculación similar al romántico), e irónicamente, incrementando la recompensa en sus cerebros.
Así, el anunciado próximo apocalipsis, nunca parece suceder, por mucho que quieran. Pero, esto no es realmente lo importante, ya que es el viaje, no el destino, lo que carga el sistema mesolímbico dopaminérgico".

Partidarios del Tea Party manifestando contra Obama


Nota: la contextualización conceptual de este apunte hace referencia obvia a la cultura norteamericana. De hecho los estudios mencionados fueron realizados por unidades académicas de ese país. Pero las conclusiones y la inevitable comparación con los medios y los políticos de nuestro país, es muy fuerte.
Como dirían al comienzo de la película: "cualquier similitud con hechos o personajes reales, es pura coincidencia..."
Agradecimiento: a Charles Brack, que posee el portal www.neuropolitics.org del cual se han extraído algunos conceptos y que gentilmente ha aceptado su reproducción aquí.

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