Vistas de página en total

viernes, 17 de junio de 2011

Formas no ocultas de la propaganda

Las formas ocultas de la propaganda

Este libro intenta explorar un campo nuevo, extraño y más bien exótico de la vida norteamericana. Trata de los esfuerzos que, en gran escala y a menudo con éxito impresionante, se realizan para canalizar nuestras decisiones en tanto que compradores, así como nuestros procesos mentales, mediante el uso de conocimientos extraídos de la psiquiatría y de las ciencias sociales. Los esfuerzos suelen aplicarse en un plano que escapa a nuestra consciencia, de modo tal que las incitaciones son frecuentemente y en cierto sentido “ocultas”, con lo que resulta que a muchos de nosotros se nos influye y se nos manipula en mayor medida de lo que nos damos cuenta, en lo que se refiere a las pautas de nuestra vida diaria.
Algunas de las manipulaciones ensayadas son sencillamente divertidas; otras, turbadoras, en especial si se las considera como anticipaciones de lo que se nos depara en escala más intensa y efectiva, pues equipos de hombres de ciencia han suministrado ya instrumentos pavorosos.
El psicoanálisis de masas aplicado a campañas de persuasión se ha convertido en una industria multimillonaria. Los persuasores profesionales se han apoderado de él en su búsqueda de métodos más eficaces para vender su mercancía, ya sea ésta artículos, ideas, actitudes, candidatos, metas o estados de ánimo.

Vance Packard, sociólogo estadounidense (1914-1996). El texto pertenece a la introducción de su libro “The hidden persuaders”, traducido aquí como Las formas ocultas de la propaganda, publicado en 1959.

Del conocimiento del comportamiento funcional del cerebro, se ha podido evidenciar con bastante claridad, la forma y mecanismos mediante los cuales se produce la toma de decisiones que derivan en la consecución de una meta biológicamente necesaria.
No es tan así cuando se trata de metas y decisiones que no tienen un interés tan evidente ni inmediato para nuestra biología. Lo que los estudiosos de la neurociencia denominan: decisión making ó toma de decisiones, lógicamente,  ha motivado una gran cantidad de estudios y ha acaparado la atención de la filosofía y la sociología desde siempre. Como ejemplo reproduje al comienzo la reflexión de V. Packard, cuyo libro representa un meticuloso estudio de lo que, en el momento de su escritura (mediados del siglo pasado), era el “gold standard” de lo que él llamó las técnicas de persuasión.
Ahora vamos a referirnos a algunos conocimientos actuales de la neurociencia al respecto.

El sistema neuronal específico en el que, por lo general, se concentran los especialistas en el llamado “neuromarketing”, es el denominado sistema de gratificación. Con este término, los neurocientíficos hacen referencia a una serie de áreas del cerebro que se asocian con el comportamiento relacionado con las gratificaciones. Este comportamiento complejo, utiliza un grupo de componentes (ver nota anterior sobre dopamina) que básicamente comprenden: el valor del incentivo que tienen los estímulos gratificantes, el comportamiento de acercamiento y consumación destinado a adquirir las gratificaciones, y el componente emocional asociado con las gratificaciones y sus expectativas. Como ya hemos visto antes, este sistema de gratificación evolucionó a partir de un sistema que evaluaba metas primarias, tales como la alimentación y el sexo, hasta complejizarse actualmente con la incorporación de los elementos culturales.
Uno de los primeros estudios de imágenes cerebrales al respecto, se realizó en Alemania, en el que participaron hombres que se definían “altamente interesados en los autos”, a los que se les presentó para observar imágenes editadas de distintos tipos de automóviles, eliminando toda referencia a las marcas o modelos. Las conclusiones indicaron que los autos mas gratificantes para estos “fanáticos” eran los deportivos, por mucho, y que las áreas cerebrales que se activaron cuando miraban este tipo de autos, eran como es previsible, el estriado ventral y la corteza orbitofrontal (áreas dopaminérgicas del sistema de gratificación). Dicho de modo más simple: los fanáticos de sexo masculino miran los autos deportivos con respuestas cerebrales similares a las que se producen cuando miran a mujeres atractivas.
Ahora bien, que pasa cuando sobre lo que tenemos que elegir agregamos un elemento cultural que apareció a principios del siglo pasado, pero que alcanzó su mayor impacto sobre nosotros, en tanto que consumidores, en los últimos treinta años: la marca. Ese identificador de prestigio social que los publicistas de mediados del siglo pasado llamaron el “alma” de la empresa. Creo que el ejemplo clásico del estudio sobre las gaseosas realizado por P. Read Montague y otros, publicado en Neuron en 2004, puede ayudar  a comprender nuestras “elecciones”.
Tanto Coca Cola como Pepsi, pueden considerarse casi idénticas en cuanto a su composición química, sin embargo habitualmente suscitan fuertes grados de preferencia individual por cada una de ellas. Se realizó un examen de imágenes cerebrales a un grupo de voluntarios, a los que se hizo probar ambas gaseosas en dos tiempos diferentes. Primero en forma anónima, o sea sin identificación de la marca y en segunda instancia, la bebida fue asociada con una imagen que identificaba la marca. En ambos casos, debían expresar su preferencia.
El experimento produjo resultados muy claros. Cuando los sujetos desconocían que marca estaban probando, la actividad de la corteza orbitofrontal media (VMPFC) se correlacionó con su decisión. Cuando los sujetos conocían la marca se producía una activación en la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC). En realidad el resultado no es sorprendente, ya que esta área es muy conocida por su papel en el “control ejecutivo” sobre otros sistemas neuronales. Conclusión, cuando los nombres de las marcas se incluyen en el panorama, la corteza prefrontal dorsolateral domina la actividad de la corteza orbitofrontal media, que vendría a representar el centro de evaluación del gusto no contaminado por el componente cultural adquirido.

Sobre la publicidad negativa (en política)

Existe consenso entre los especialistas en publicidad política de que los avisos negativos funcionan. Hay muchísimos ejemplos que alimentan la tradicional conducta en política de que “hablar mal” gana, de que en cierta forma, lo que determina el motivo del voto es el enfado y el temor.
Es un clásico citar el famoso aviso a favor de Lyndon Johnson durante la campaña presidencial de 1964 contra Barry Goldwater, donde se ve a una niña deshojando una margarita seguida de la imagen de una explosión nuclear (http://dai.ly/9ARscf). El mensaje implícito: Goldwater es un belicista de gatillo fácil. El aviso se proyectó una sola vez, con una audiencia de 40 millones de personas y fue levantado a pedido del candidato perjudicado. La elección fue un triunfo aplastante de Johnson.


Los Simpson irónicamente reprodujeron el aviso donde se ve a Maggie deshojar la margarita para luego aparecer, en lugar del hongo nuclear, una  pequeña bocanada de humo que representa la explosión fallida.

Marco Iacoboni, a quien nombramos en ocasión del trabajo sobre neuronas espejo, realizó en 2004 un experimento de imágenes cerebrales centrado en los registros de actividad cerebral de afiliados políticos estadounidenses, mientras observaban imágenes de los candidatos presidenciales para las elecciones de ese año. Por causas fortuitas, debió desdoblar las pruebas con un intervalo de tiempo de aproximadamente tres meses, completándolo en proximidad de las elecciones. Esta particularidad del estudio le permitió encontrar una sugestiva variación en la respuesta cerebral de los participantes.
Mientras que en los sujetos estudiados en la primera serie (aproximadamente 4 meses para las elecciones), las observaciones mostraban activación de la corteza orbitofrontal media al mirar al candidato de su partido. Esta área cerebral se activa ante estímulos gratificantes, por ejemplo, nuestra comida preferida, pero también se asocia con emociones positivas, como la alegría. Se supone que observar a los propios candidatos se asocia con sentimientos positivos. También debemos recordar que en ésta región cerebral hay evidencia de actividad de superneuronas espejo. Por tanto, la actividad neuronal observada en esta región es coherente con la hipótesis de que observar al propio candidato despierta sentimientos de empatía y de identificación.
La sorpresa fue que, los sujetos estudiados en la segunda serie (previo a las elecciones) no mostraban la actividad orbitofrontal media al observar a sus propios candidatos. Tal desactivación sugería no sólo que no se activaba, sino, mas bien, que tenía lugar un proceso activo de cierre de esta región al mirar las fotos de los candidatos que iban a votar.
Concluye Iacoboni: “en mi opinión, este enorme cambio en la corteza orbitofrontal media, se debió al cambio del clima político y al intenso uso de publicidad negativa y de ataques personales con el que ambos lados había atosigado al oponente en este tramo de la campaña. En un clima tan tóxico, ¿cómo podía uno identificarse con el propio candidato y sentir empatía, aunque igualmente recibiera nuestro voto? La campaña había amancillado a todos los candidatos, incluso ante los ojos de los miembros de su propio partido. Si consideramos qué sucedía en la campaña y lo que sabemos acerca de la corteza orbitofrontal media, mi explicación es razonable. Y, si es correcta, creo que se trata de malas noticias para la sociedad. Ello demuestra a las claras que la publicidad negativa funciona, y también demuestra que la publicidad negativa puede crear una peligrosa desconexión emocional entre los votantes y los líderes que deberían representarlos. Sin estas emociones unificadoras, corremos el riesgo de enfrentarnos con un desencanto cada vez mayor respecto del sistema político, que puede determinar que la gente vea con más agrado otras formas de gobierno.”

domingo, 5 de junio de 2011

Teoría de los dos cerebros

Sobre la parte "política" del cerebro

En los pasados 3,6 millones de años de evolución de los homínidos, la corteza prefrontal (PFC) ha incrementado su volumen unas seis veces comparado con las tres veces del total del cerebro. Esta "explosión" prefrontal no tiene paralelo con ninguna otra región del sistema nervioso, y ha contribuido al desarrollo de algunas de las características distintivas del conocimiento humano: la orientación hacia el espacio superior y distante (ver Previc); una fuerte orientación hacia el futuro y la predicción de recompensas de largo plazo (Knight, 1999); la integración multimodal de las cortezas; la estructuración de conductas complejas; la supresión de conductas prepotentes; y la expansión de la memoria de trabajo, lo que ha facilitado la generación sostenida de patrones neuronales sin entrada sensorial, lo que conocemos como pensamiento conceptual (Wolters, 2008).
La corteza prefrontal (PFC) es la última región en desarrollarse en el cerebro humano, y la más compleja para entender. Esta dificultad es debida a su muy amplio rango de conectividad: la PFC está recíprocamente conectada con virtualmente cada otra región de la corteza o subcorteza, y registra actividad en virtualmente todas las tareas realizadas por el cerebro. Es notable que, cuando más difícil la tarea, mayor es el grado de activación.
La PFC es como dijimos una extensa área cerebral, sobre la cual se han focalizado infinidad de estudios que han identificado la vinculación de subregiones con lo que se denomina toma de decisiones.
Mitad derecha vista desde el surco interhemisférico (arriba). Cerebro visto desde su base (abajo)

El estudio del lóbulo frontal en las ratas ya había identificado dos distintas áreas especializadas en la toma de decisiones: una dedicada a las opciones intertemporales y otra vinculada con las opciones relacionadas al esfuerzo requerido. La corteza orbitofrontal (OFC) decide cuanto tiempo una rata puede esperar, pero no cuan duro debe trabajar para obtener una recompensa. En contraste, la corteza anterior cingulada (ACC) decide cuanto las ratas deben trabajar, pero no cuánto tiempo pueden esperar para obtener una recompensa.
En los humanos, los resultados de estudios de imágenes cerebrales sugieren, que la corteza ventro medial prefrontal (VMPFC), así como la corteza antero medial (AMPFC) y la corteza prefrontal dorsolateral izquierda (DLPFC) son las regiones que evalúan la relación costo beneficio en la toma de decisiones. Parece ser que estas regiones implementan un mecanismo de comparación de costos-beneficios. Las señales neuronales que involucran una decisión relacionada con expectativas de pérdida o ganancia son comparadas en la VMPFC, y la diferencia resultante en costos-beneficios son acumuladas en la corteza parietal. Se ha propuesto que las decisiones costo-beneficio basadas en el valor, utilizan los mismos mecanismos neuronales generales que, se sabe, implementan la toma de decisiones perceptuales. Ambos mecanismos conmutan una variable de decisión basada en diferencias, comparando evidencia perceptual o información de recompensa, y acumulando las diferencias en la corteza parietal. Esto sugiere que el proceso de integración de costos beneficios podría ser explicado como un proceso de acumulación de información estocástica.
La estrecha relación de la PFC con la amígdala que se sabe es una estructura fundamental del sistema límbico emocional, ha dado lugar a hipótesis y estudios vinculados a la influencia de las emociones en la toma de decisiones. En particular se ha llegado a la conclusión de que la VMPFC forma parte de una red neuronal asociada con lo emocional.

El rol de la corteza prefrontal en las conductas políticas es para mi un tema por demás interesante (se notará en el nombre del blog), y obviamente ha sido objeto de varios experimentos, la mayoría de ellos focalizando entre las asimetrías de varias regiones en la PFC.
Grafman (2006) encontró que la afiliación política partidaria activa, se correlacionaba negativamente con la actividad en la corteza prefrontal dorsolateral derecha (DLPFC), mientras que la corteza prefrontal ventromedial (VMPFC) que se asocia al sistema límbico emocional, facilitaba actitudes políticas partidarias activas.
Esta dicotomía de polarización política, con inhibición por parte de la DLPFC y activación por parte de la VMPFC, deriva de la funcionalidad general de estas respectivas subregiones de la corteza prefrontal. Por un lado, la VMPFC y la corteza orbitofrontal (OFC) son altamente activas en la evaluación de recompensas y conductas emocionalmente motivadas. La orientación política parece ser otra derivación de la evaluación de recompensas en el cerebro, aunque un poco mas compleja.
La VMPFC y la OFC presentan la mayor red de conexiones recíprocas con el lóbulo temporal y las amígdalas, y se encuentran por tanto asociados con el razonamiento emocionalmente cargado. Se ha demostrado que los niveles de activación de la DLPFC (en particular la izquierda) son recíprocos de los niveles de activación de la VMPFC, lo que constituiría una especie de switch entre el razonamiento no emocional (DLPFC) y emocional (VMPFC).

Tenemos medio cerebro conservador y medio liberal?
 
Se considera que el hemisferio cerebral derecho se encuentra vinculado a conductas asociadas con la retracción y la inhibición, y además implicado en conductas y actitudes liberales. Contrariamente el hemisferio izquierdo se halla asociado a la aproximación y conductas activas, y por tanto mas afín con los estilos cognitivos conservadores.
Estos conceptos, junto a gran cúmulo de evidencias experimentales, apoyan la idea de que cada uno de los hemisferios cerebrales, fundamentalmente a través de sus PFC, sostienen los diferentes patrones de conducta que políticamente y en forma binaria podríamos definir como liberales y conservadores. Implicando ésto que las personas con conductas indudablemente liberal o conservadora, estarían usando asimétricamente sus cerebros.
Hay un interesante estudio realizado por Grafman y otros, que focalizó en las categorizaciones jerárquicas u orden de mayor poder (pecking order) y su vinculación con áreas específicas en el cerebro. Encontró un correlato positivo en la jerarquización por parte de la actividad del giro cingulado y del giro frontal medios del lado izquierdo y un correlato negativo con las mismas estructuras del lado derecho. Esto significa que la representación cerebral de las jerarquías de dominancia, tienen una modulación inversa por regiones homólogas en el hemisferio izquierdo y el derecho. Se puede decir, que el hemisferio izquierdo posee un esquema de categorización de dominancia jerárquica, del mismo tipo que las redes de categorización de recompensa que existen para aquellas cosas como tipos de alimentos. Se puede especular que, este sustrato neurológico tiene su traducción en la baja valuación social de los ricos y poderosos que manifiestan los liberales (dominancia del hemisferio derecho), y el el alto valor que le asignan los conservadores (dominancia del hemisferio izquierdo).
También se ha dicho que conservadores y liberales no son simétricos en sus conductas vinculadas a la búsqueda de recompensas. El estilo cognitivo y de moralidad de los conservadores se encuentra mas organizado en torno del hemisferio izquierdo y su sistema de categorización de recompensas, lo cual les otorga una interesante combinación de conductas. Su sistema moral está mas influenciado por las señales sociales que en los liberales, en los que la influencia de la empatía innata a su hemisferio derecho y la naturaleza de evitación del peligro les interfiere con sus propios sistemas de obtención de recompensas.  
Esta modulación social del sistema de categorización de recompensas provee una interesante ventaja adaptativa para aquella forma de moralidad que se basa en gran medida en las señales sociales. Es claro que este tipo de moralidad puede ajustarse mas rápidamente que la moralidad basada en la empatía.
Según puede observarse, los conservadores, y especialmente los religiosos, tienen a alinear sus creencias mas dentro de sus grupos sociales. Esto es debido a la alta integración de su sistema de búsqueda de recompensas a las señales sociales, para moderar los valores y riesgos de las mismas. Una moral socialmente controlada permite una integración mas estrecha de las conductas de grupo, junto con la variación de esta moral a los cambios en las señales sociales.
Una de las mas fuertes variaciones cognitivas entre conservadores y liberales estriba en la capacidad de pensar sin ambiguedades en los primeros. Los conservadores son mas propensos a tener una opinión definida sobre muchos mas temas que los liberales. Los liberales son mas tolerantes con la ambiguedad y mas reacios a comprometerse con un punto de vista en particular.Los liberales son mas propensos a responder "no estoy seguro" a preguntas relacionadas con una amplia variedad de temas.
Michael Gazzaniga, que ha trabajado bastante en pacientes con el cerebro dividido (quirúrgicamente, mediante lo que se llama comisurotomía o sección del cuerpo calloso), propone que el hemisferio izquierdo no es muy bueno para ser ambiguo, y describe a continuación uno de sus estudios:
"Experimentos en pacientes con cerebro dividido, revelan como rápidamente el hemisferio izquierdo interpretador puede construir historias y creencias. Por ejemplo, cuando la palabra caminar se presentó sólo al lado derecho del cerebro del paciente, éste se levantó y comenzó a caminar. Cuando se le consultó por qué había hecho esto, el cerebro izquierdo (al que no se había presentado la orden) rápidamente creó una razón para la acción: yo quería ir a buscar una Coca Cola".


Hay una experiencia "clásica" realizada por el mismo Gazzaniga en 1978, que puede servir para ejemplificar la hemisfericidad política.
El estudio se realizó en un paciente al que se había realizado una comisurotomía (operación que secciona el cuerpo calloso, dejando sin interconexión ambos hemisferios cerebrales), y que presentaba una inusual habilidad para la comprensión del lenguaje en su hemisferio derecho (sabemos que esta función se asienta en el hemisferio izquierdo). Fortuitamente, el momento del estudio coincidía con el escándalo político denominado Watergate, por lo cual se incluyó una pregunta acerca de la opinión del paciente sobre Richard Nixon. Se solicitó al paciente que describiera sus sentimientos hacia un grupo de palabras que se presentaron alternativamente al campo visual derecho (hemisferio cerebral izquierdo) y al campo visual izquierdo (hemisferio cerebral derecho). Cada hemisferio cerebral del paciente fue consultado para dar su opinión sobre cada palabra utilizando una escala de valores que va desde "me gusta mucho" a "me desagrada mucho". Solo una palabra causó una diferencia de opinión entre los dos hemisferios: Nixon. Mientras al hemisferio izquierdo le agradaba Nixon, al hemisferio derecho le desagradaba.
Resultados del estudio Gazzaniga (el paciente se llama Paul por eso aparece su nombre al lado de Nixon).


Mas recientemente, Jonas Kaplan (2004) evaluando las respuestas cerebrales por neuroimagenes (fMRI) en partidarios políticos, a quienes se mostraban imágenes de los candidatos presidenciales Bush y Kerry, encontró activaciones en la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC) y en la corteza cingulada anterior (ACC) en respuesta a la visión de los candidatos opuestos. Con proporcionalidad en la intensidad de respuesta según los sentimientos más negativos sobre el candidato, particularmente en DLPFC. Una de las interpretaciones del autor fue: la actividad en las regiones DLPFC/ACC varía con la respuesta emocional de los sujetos, sugiriendo que las imágenes de los candidatos están provocando mecanismos de control cognitivo con el propósito de auto regulación emocional.
El experimento de David Amodio focaliza en que las diferencias entre conservadores y liberales deriva de su capacidad de respuesta a información potencialmente conflictiva, y lo relaciona con el mecanismo de monitoreo de respuesta a conflictos, que localiza en la ACC.
En tanto la ACC se relaciona con la inhibición y activación conductal, se ha encontrado evidencia que la ACC del hemisferio derecho muestra preferencial activación durante la inhibición de respuestas.
Es claro que las respuestas conductales generales y en particular las políticas no pueden ser atribuídas a un área cerebral determinada, además muchas tareas se realizan bilateralmente. Pero también es cierto que las respuestas conductales y cognitivas de ambos hemisferios en algunos casos son contradictorias, y en estas circunstancias, una región que administre conflictos como la ACC, resulta tan esencial.

Deliranza
 
Para finalizar, es obvio a esta altura decir que nuestro cerebro se encuentra continua y dinámicamente analizando contextos y señales sensoriales de nuestro mundo de relación. Que para ello utiliza las estructuras que muy sintéticamente hemos nombrado aquí. Que esas estructuras están condicionadas por patrones de conducta que, responden a estrategias que se desarrollaron en otros contextos evolutivos (búsqueda de recompensas, jerarquías sociales, unambiguedad), pero que siguen teniendo su influencia en nuestras conductas presentes. Que el grado de respuesta conductal no presenta en cada uno de nosotros una linealidad histórica, sino que sufre modulaciones (la mayoría involuntarias) que tienen que ver con nuestra exposición social (me refiero aquí no sólo a la exposición física, sino también al contacto con todas las formas de comunicación social). Que todo ello nos vuelve sujetos vulnerables políticamente hablando a un gran número de influencias, lo que nos debería obligar a ser biológicamente mas cautelosos cuando se nos presenten paradigmas sociales a los que adherir y responder.
Es notable que el órgano mas importante de nuestra biología, el cerebro, y en particular su lóbulo frontal, sea el más frágil y maleable de todos. Quizás, un indicio de que nuestro futuro evolutivo tenga aún mucho por escribirse.
Ya Borges nos sugirió que tal vez la inmortalidad no sea la meta (El Inmortal, 1949), si es que tiene sentido que haya alguna. Siempre me gustó comparar ése cuento, con otro de Bradbury que se llama Los Globos de Fuego (1951), y siempre me agrada mucho mas imaginar este futuro.

viernes, 3 de junio de 2011

Notas sobre la memoria de trabajo

La memoria de trabajo y la conciencia.

El concepto de memoria de trabajo fue iniciado por Baddeley (Alan D. Baddeley y G.J. Hitch, Working Memory,1974), tratando de explicar el hallazgo de otros investigadores, acerca de que el cerebro humano puede manejar alrededor de siete piezas de información concurrentes, en lo que se denominaba entonces memoria de corto plazo. Utilizando una serie de tareas cognitivas como: el test de razonamiento verbal, comprensión de lenguaje y recuerdo libre de palabras no relacionadas; en todos los casos demostró un deterioro sustancial de la performance cuando la carga adicional de la memoria impuesta por la cantidad de ítems llegaba a seis. En contraste con ésto, la carga de tres ítems no disminuía el rendimiento.
Invocando la terminología computacional, por memoria de trabajo se propuso la existencia de un sistema de almacenamiento temporal común, o un conjunto común de buffers de memoria. Cada sistema sensorial tiene al menos un buffer, que, como en cualquier equipo de buffer de entrada y salida se puede utilizar para guardar una copia de seguridad de la información sensorial para permitir un leve retraso en el procesamiento.
Caramazza y otros sugieren que el cerebro mantiene un buffer de los estímulos auditorio-verbales que aferra las frases que acabamos de oir para que puedan ser analizadas semánticamente. Nuestra capacidad de procesar cualquier sentencia un momento después de ser pronunciada es debido a ese buffer de entrada auditivo verbal. También proponen un buffer de salida fonológica que almacena las palabras que están a punto de decirse.
Baddeley propuso la existencia de un cuadernillo de apuntes visuo-espacial, que se utiliza para mantener ciertos tipos de información visual durante un corto período de tiempo para el análisis de la percepción extendida. Como la lista de buffers del sistema sensorial creció, para dar cuenta de la creciente evidencia experimental y clínica, las consecuencias obvias de estas teorías de la memoria de trabajo acabaron relacionadas con el Santo Grial de la neurociencia, la conciencia.
Las teorías de la conciencia utilizando la gestión de la memoria de trabajo como eje central, crecieron rápidamente.
Si bien los contenidos de la memoria de trabajo son aquellos a que el cerebro está prestando atención, veamos ahora  que áreas en el cerebro utilizan esta memoria.
La corteza prefrontal lateral (PFCL) ha sido implicada en la gestión ejecutiva de la memoria de trabajo. Este área, tiene una serie impresionante de conexiones a los sistemas auditivo y visual, los sistema de la memoria de trabajo espacial y verbal, el sistema de memoria de largo plazo y particularmente la corteza motora.
Las conexiones a todos estos sistemas son bidireccionales, lo que le permite sintonizar los sistemas de memoria sensorial, de trabajo y de largo plazo ajustándolos a objetivos seleccionados.
Hay una porción de la corteza prefrontal lateral que reviste un especial interés, la región orbitaria. Esta resuelve si un estímulo es bueno o malo, y decide si ése estímulo ha dado lugar a una recompensa o un castigo.
La región prefrontal orbitaria es la más relacionada con la amígdala y la corteza cingulada anterior, que son parte del sistema límbico emocional del cerebro. Las lesiones en ésta región provocan conductas asociales y generan una incapacidad para entender la emociones en los otros.
Como la mayoría de las estructuras neurológicas presentes en ambos hemisferios, su funcionamiento es asimétrico. La PFCL izquierda está mas implicada en la tarea de conmutación (o selección de tareas), pero no en la realización de múltiples tareas a la vez (lo que parece ser controlado por la región del surco intraparietal bilateral). Está fundamentalmente implicada también, en reducir la activación de la amígdala. Esta función específica en el hemisferio izquierdo, esta destinada a mejorar el proceso de razonamiento verbal que podría ser alterado por una amígdala emocional activa. La PFCL izquierda también contribuye más hacia las conductas de búsqueda de recompensa y el comportamiento exploratorio. Por el contrario la PFCL derecha es más activa durante la evaluación de amenazas y contribuye a la limitación de las conductas incentivadas por la recompensa.
Como es obvio, las lesiones de la corteza prefrontal orbitaria izquierda se manifestarán por disminución de las conductas inducidas por la búsqueda de recompensa, y la lesiones de la derecha, en un aumento de las mismas. Recordemos que existe una asimetría en los neurotransmisores de estas regiones, siendo la dopamina el dominante en el hemisferio izquierdo y la noradrenalina en el derecho.






Esquema de la Memoria de Trabajo


La central ejecutiva, como ya dijimos ubicada en la corteza prefrontal lateral, es el controlador principal del sistema de memoria de trabajo. Sus funciones incluyen, el cambio de atención entre tareas, seleccionar o ignorar estímulos, y activar información necesaria desde la memoria de largo plazo.
El bucle fonológico contiene dos partes, un almacenamiento fonológico, el cual mantiene temporalmente información del discurso (tiene un refresco de aproximadamente 2 segundos), y el proceso de control de articulación (la flecha del diagrama), el que trabaja cuando uno se habla a si mismo. La información del almacén fonológico se deteriora después de unos pocos segundos, esta es la razón por la cual si uno quiere retener un numero telefónico u otro, necesita repetirlo una y otra vez hasta conseguir un lápiz. En este caso el control de articulación refresca la información poniéndola nuevamente en el almacén a medida que se va deteriorando.
El cuadernillo de apuntes visuo-espacial simplemente procesa información visual, sea directamente a través de los ojos, recordando de la memoria o estructurando creativamente una imagen. Cuando uno está "imaginando" un lugar o manipulando mentalmente una imagen, ésta es la parte que está trabajando.
El buffer episódico. La información se codifica de forma diferente en el bucle fonológico y en el cuadernillo visuo-espacial, si bien la central ejecutiva puede procesar esta información, no puede almacenarla unificada. Lo que se denomina buffer episódico tiene capacidad para combinar la información de ambos componentes en una representación única.
Es interesante saber, que la información sensorial si no es codificada por la central ejecutiva, no puede ser almacenada en la memoria de largo plazo. En el mismo sentido, la información concurrente (si se le presta atención) compite por la codificación. Por ejemplo, si uno está escuchando música cantada (con letra) mientras estudia, y le presta alguna atención a la música, esta entrará en el bucle y competirá por la codificación con lo que se está leyendo, porque cuando se leen palabras (aunque no se pronuncien) son colocadas en el almacén fonológico también.