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viernes, 6 de mayo de 2011

Notas sobre el comportamiento social.


Sobre la obediencia a la autoridad. El experimento Milgram.


Stanley Milgram, graduado en ciencias políticas y con un post grado en psicología social, llevó a cabo en julio de 1961 en Estados Unidos un experimento que luego publicaría con el título, "Los Peligros de la obediencia", paradójicamente para nosotros, en 1974.
Milgram ideó estos experimentos para encontrar una explicación a la actitud de los muchos responsables del Holocausto, y, en particular, influenciado por haber entrevistado personalmente a Adolf Eichmann en Jerusalén, durante su juicio y sentencia a muerte por crímenes contra la humanidad, a principios de 1961. Entrevista de la que concluyó que no había nada amenazador en su personalidad "era un típico abuelo bueno y amable".
El vídeo que está al comienzo, es un recorte de la película de H. Verneuil de 1979 "I... Comme Icare", en que se muestra una sesión completa del experimento, tal como se realizara originalmente.

Aviso publicado por Milgram.



Es sabido que éstos experimentos provocaron un lógico debate sobre las condiciones a las que se había expuesto a los participantes, que derivaron en lo que sería de ahí en más, el consentimiento informado y los comités de ética institucionales, como reguladores de autorización.
Más allá de esto, lo importante son las implicancias del estudio, que por cierto se replicó en distintos lugares del mundo, obteniendo básicamente la misma proporción, o sea, un 64 % de la población general aceptaría y ejecutaría órdenes, de una autoridad establecida, que impliquen un daño físico e incluso la muerte a otro individuo. 
Esto nos lleva nuevamente a revisar lo que denominamos actitudes morales. Vimos en una entrada anterior (moralidad)  que la mayoría de la gente utiliza el criterio de mayor beneficio social ante un dilema moral que implique daño a terceros, pero que, cuando esta misma situación los pone en lugar de dañar directamente, lo evitan. Bueno, existe otro ingrediente en nuestro acervo neurológico antiguo, que se llama obediencia a la autoridad (lo que sería en otras especies gregarias el concepto de jerarquía), que no por antiguo deja de tener importancia en nuestro comportamiento y que puede inclinar nuestra balanza moral hacia el lado negativo (obscuro según el lenguaje de La Guerra de las Galaxias).


Nuestras creencias y su flexibilidad ante fuentes de información con autoridad social.


La tendencia a mantener una creencia, en la presencia de evidencia contradictoria se denomina desvío de creencia y ha sido profusamente investigada en el campo de la neurociencia cognitiva (Vinod Goel y Raimond Dolan). Usando imágenes de resonancia magnética funcional, se han identificado en la corteza prefrontal, dos zonas adyacentes, una vinculada con el razonamiento emocionalmente cargado (hot) que ocupa el área ventro medial, y que ha sido también vinculada con la disposición religiosa. Y otra vinculada con el razonamiento emocionalmente neutro, que ocupa la región dorso lateral de la misma corteza. Durante el razonamiento emocionalmente neutro, esta última zona se activa mientras que la primera se suprime y viceversa, lo que parece formar una puerta de entrada para sumar o restar valencia emocional al razonamiento. Hay un tercer elemento cerebral que interviene en el sesgo de creencias, el lóbulo temporal izquierdo, que se ha implicado en la mantención de la estabilidad de las creencias en el tiempo, lo cual es un atributo habitual de la predisposición religiosa. Aquí también existe una contraparte, localizada en la corteza prefrontal lateral derecha, que parece inhibir el desvió de creencias fuertemente alentado por el lóbulo temporal.
Según parece, los seres humanos estamos genéticamente predispuestos a buscar ciertas señales para evaluar en qué creer, las que a menudo son independientes de la realidad de la creencia. Una de ellas es el número de personas que comparten la creencia. Este fenómeno fue analizado en las religiones emergentes, donde se estableció que existiría un umbral del 10% de una población deteminada, que al ser superado induciría un crecimiento exponencial de los adherentes. El catolicismo había mantenido una lenta y sostenida tendencia al crecimiento en la población romana, hasta que en en el año 300 dC superó ese 10% para llegar en los siguientes 50 años al 56% de la población. La conversión al Islam exibiría un patrón similar, con un crecimiento exponencial luego de superar el umbral del 10 %. Las religiones están, invariablemente, organizadas en torno a este sistema de creencias públicas, utilizando esta tendencia humana al reforzamiento de la creencia en base a su aceptación social. Este espectáculo de números, ayuda a estabilizar y hacer crecer las propias creencias personales.


Quienes conocen la película citada al inicio, sabrán que su eje central es el asesinato de CFK. En relación con éste tema, en la primavera de  2006 se llevó a cabo una experiencia en Estados Unidos, en la cual se puso a prueba el "oscurecimiento de la creencia", utilizando esa tendencia natural de las personas a utilizar señales socialmente autorizadas para determinar en qué creer.
Se propusieron dos sentencias respaldadas por fuentes socialmente autorizadas, una que apoyaba la teoría de la conspiración y otra la del asesino solitario. Participaron 2500 personas, de las cuales, una mitad fue preparada con la siguiente afirmación, antes de solicitarle que respondiera, quién asesinó a JFK?


"En el año 2003, ABC News presentó una simulación computada que soporta los hallazgos de la Comisión Warren de que Kennedy fue asesinado por un tirador solitario".


La otra mitad recibió la siguiente información:


"En 1979, el Comité de la Cámara de Asesinatos dijo que el presidente Kennedy fue asesinado por una probable conspiración".


Los resultados demostraron una marcada tendencia a aceptar como válida la información provista intencionadamente previo al cuestionario. Hubo variaciones relacionadas con el sexo, la edad y tendencia política (liberales ó conservadores) de los participantes. Por ejemplo, las mujeres liberales fueron las que presentaron el más alto índice de influencia. Los varones liberales en general fueron también los más influenciados, con una tendencia a preferir la teoría del tirador solitario. Las personas mayores de 40 años mostraron una tendencia más escéptica y se inclinaron por la teoría de la conspiración, mientras que los menores aceptaron mayormente la teoría del tirador solitario.


Estos datos son muy sugerentes en cuanto al poder que puden a ejercer, en una sociedad altamente tecnologizada, los elementos de sincronización cultural en que se han convertido algunos medios de comunicación. (ver Cees J. Hamelink: Cultural Autonomy in Global Comunnications. 1983)

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